La sociedad y la norma estética

La sociedad y la norma estética
27 de octubre de 2020 admin

“Una mente no puede ser independiente de la cultura”, decía Vygotsky. El famoso teórico ambientalista afirmaba rotundamente en sus escritos que el ser humano se construye en base al ambiente que le rodea. Contrario a Piaget, que tenía un enfoque más innatista, el autor dedicó su vida a analizar de qué forma el entorno que rodea a las personas determina la forma en que las personas son. Más allá de decantarnos en el histórico debate por un enfoque unitario, lo que es evidente es que la cultura y el sistema de creencias culturales son de vital importancia en cómo los seres humanos nos construimos y percibimos el mundo.

¿Dónde se encuentra eso que llamamos cultura?

La cultura está en el lenguaje, en los medios de comunicación, en los gestos que hacemos, en el código moral y ético, en el urbanismo y en las conversaciones que tenemos con amistades. Absolutamente todo lo que nos rodea está impregnado de las creencias y los valores inmersos en la sociedad. Y, como no puede ser de otra manera, inmersos en la cultura también se encuentran los valores estéticos, corporales o no. También la sociedad y las representaciones culturales que hablan por ella muestran qué cosas son bellas y a qué cuerpos se les otorga un valor estético y a cuáles no.

Este valor que se le otorga a la estética de los cuerpos no es independiente del género al que se pertenezca. La sociedad en la que estamos es mucho más exigente con los cánones de belleza del cuerpo femenino que con los cánones de belleza del cuerpo masculino. Y no sólo esto, sino que, en una sociedad patriarcal en su raíz, a los hombres se les concede mucho más valor socialmente por cosas que no son su cuerpo (intelecto, habilidades, etc.) que a las mujeres. Y la intención no es la de restar valor a las cualidades valorables en un género u otro, sino la de concedérselas a ambos géneros por igual.

Las normas estéticas de cómo un cuerpo debe ser, las dictan las representaciones culturales; que sean las representaciones culturales las que crean la norma estética no es ni positivo ni negativo, simplemente es.

La responsabilidad que recae en la sociedad es la de conseguir que todos los cuerpos, la variedad de cuerpos que hay en el mundo puedan ser incluidos en la norma social. Y la toma de conciencia de que los cuerpos que salen en los anuncios de televisión, por ejemplo, no son la normalidad es tan cierto como liberador. La mujer, delgada, blanca y con proporciones “perfectas” no son la mayoría de las mujeres, y que se venda ese modelo de belleza como la única belleza posible y además, como una belleza alcanzable (cuando hay elementos corporales que no se van a poder modificar) no hace más que alimentar la baja autoestima y los trastornos de alimentación tanto en un género como en otro. Por tanto, el camino hacia la perfección y la liberación de la presión estética se hará más fructífero y eficaz cuando las energías que se emplean en modificar o tapar lo que somos, se empleen en dejar de juzgar, y aceptar y amar nuestro cuerpo y los cuerpos de las demás personas tal y como son.

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