“En mi empresa, las mujeres y los hombres cobramos lo mismo” o “no existe ningún convenio laboral en el que se pague distinto por hacer el mismo trabajo, sería ilegal” son algunos de los argumentos simplistas que se escuchan diariamente cuando hablamos de la brecha salarial, negando la existencia de la misma. Y es que existe mucho desconocimiento en torno a la brecha, reduciéndola a una diferente nómina a final de mes para hombres y mujeres que desempeñan la misma ocupación. Pero el concepto de brecha salarial es mucho más que eso y los datos no mienten: según cifras actuales, en España la brecha salarial se sitúa en el 21,4%.
¿Por qué existe la brecha salarial?
Si bien esta discriminación salarial no se produce de manera directa, factores como las dificultades para conciliar la vida laboral, personal y familiar, la ausencia de corresponsabilidad en los hogares, las carreras interrumpidas por la maternidad y complementos salariales como la antigüedad y la peligrosidad, que favorecen mayoritariamente a la población masculina, hacen que en nuestro país las mujeres cobren, de media, 5.784 euros menos que los hombres.
Otros aspectos a tener en cuenta son la segregación vertical y horizontal. La primera hace referencia a la escasez de mujeres en puestos de mando y dirección, manteniéndose éstas en la base de la pirámide económica. La segunda, se refiere a la segregación por sectores profesionales, ofreciéndose salariales inferiores desde los sectores feminizados frente a aquellos en los que la presencia de hombres es mayor. Un ejemplo de esto sería el sector de limpieza, donde un 84% del personal son mujeres.
Podemos concluir que la brecha salarial es una realidad, si bien no se produzca de forma directa o evidente ante nuestros ojos.
Por tanto, resulta necesario impulsar políticas de igualdad que reduzcan estas desigualdades, como la imposición de planes de igualdad en las empresas que cuenten con medidas eficaces de conciliación, transparencia salarial y la implantación del currículum ciego.